Todo se decide al nacer, según si naces en el norte o en el sur.
Agua limpia y alimentos para todos los seres que poblamos la tierra.
En el mundo hay suficientes alimentos para que toda población pueda alimentarse adecuadamente.
El problema es que mucha población no tiene la capacidad económica para comprar los alimentos que hay disponibles. Incluso muchos de los países donde las tasas de desnutrición son elevadas, tienen suficiente comida para toda su población. Muchos de ellos son exportadores netos de alimentos y de otros productos agrícolas (por ejemplo, África)
Por otro lado, también es cierto que la producción agrícola depende según las regiones. Allí donde la producción agrícola, los sistemas alimentarios y los medios de vida son vulnerables a la variabilidad climática y a los eventos extremos, los países se enfrentan a un riesgo mayor de inseguridad alimentaria y desnutrición.
Hay que tener en cuenta que el impacto de una población mundial en aumento está afectando los recursos naturales necesarios para la vida humana. Los recursos naturales son cada vez más escasos, el clima se ve afectado, los conflictos aumentan, y las personas huyen de sus países natales en busca de una vida mejor.
Para alimentar a los 10 mil millones de personas que representan la población estimada del planeta en 2050, debemos encontrar el equilibrio entre calidad y diversidad, vincular la productividad con la sostenibilidad y atender las necesidades de las personas desde la solidaridad y el desarrollo sostenible.
Afortunadamente existen personas que trabajan por la dignidad humana, son seres como tu y como yo, que forman la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol y que se compadecen y ocupan de que comunidades desfavorecidas reciban formación y medios para conseguir alimentos y agua limpia, que les permita vivir, crecer y desarrollar sus capacidades.
Las misioneras y misioneros de MCSPA se identifican con aquel que pasa hambre y sed y siguiendo el camino de Jesús sienten compasión y dedican su esfuerzo, incluso su vida para socorrer y auxiliar a los más vulnerables.
Dar de comer al hambriento no es dar lo que nos sobra, aunque bien pensado nos sobra tanto y necesitamos tan poco que daríamos mucho. Se trata de adecuar nuestros hábitos de consumo a lo que realmente necesitamos, no desperdiciar los alimentos que otros han cultivado para nosotros y compartir y dar gracias por la abundancia de la que disfrutamos.
Mari Olcina
Graduada en Nutrición Humana y Dietética
Colegiada: CV00747
Máster en Derechos Humanos, Paz y Desarrollo Sostenible. Máster en Ética y Democracia.
16/octubre/ 2019
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