ETIOPÍA, COMUNIDAD MISIONERA SAN PABLO APÓSTOL (MCSPA), EMALAIKAT y Mari Olcina

Hola a todos y todas que deseéis conocer este testimonio de mi experiencia en Etiopia, concretamente en Muketuri, Gimbichu, Igukura, Gora Kataba y otros poblados de la zona.

 

Soy Mari Olcina


Graduada en Nutrición Humana y dietética (UV);
Colegiada: CV00747
Máster en Derechos Humanos, Paz y Desarrollo Sostenible (UV); Máster en Ética y Democracia (UV);
Tutora de prácticas para la Cooperación y el Voluntariado (ADEIT)

 

Llegué un domingo a Muketurri, el 3 de enero del 2016, no había niños en el colegio, estaba en construcción la cocina, los manzanos, recientemente plantados crecían despacio y el huerto primorosamente cuidado ofrecía la verde y tierna cosecha.

 

Lourdes Larruy nos recibió, como nos sigue recibiendo, con los brazos abiertos y una amplia sonrisa.

 

En 30 minutos, tiempo del que disponíamos antes de volver a España, le expliqué que soy dietista nutricionista y que estudié la carrera para combatir el hambre que existe en el mundo, me dijo que necesitaba nuestro conocimiento para paliar la desnutrición crónica que padecen los niños y niñas etíopes.

 

Llegué a Muketurri aquella tarde de enero con todo lo posible que puede suceder en contra, pero valió tanto la pena, que doy gracias a Dios por aquel encuentro inicial que duró media hora y me cautivó.

 

Lourdes Larruy es una persona enérgica, segura, valiente y buena, en siguientes visitas fui conociendo a las demás misioneras que siguen la misma corresponsabilidad y línea de trabajo abrumador, pero que no se quejan jamás de la larga jornada, del ritmo frenético y de la tremenda responsabilidad que cargan sobre si, su labor es inmensa, dirigida a facilitar las herramientas para que las buenas gentes de Muketurri y de otras tres zonas más en Etiopía logren una vida mejor y más digna.

 

Cuando volví a España me puse de inmediato a diseñar un programa a 5 años para actuar contra la desnutrición crónica para tratar a mujeres embarazas, lactantes, niños y niñas menores de 7 años, denominado GeNaPi, por ser la población mas vulnerable dentro de los vulnerables.

PROYECTO GeNaPi:
ESTUDIO DE INTERVENCIÓN EN MUJERES EMBARAZADAS Y LACTANTES DE UNA ZONA RURAL DE ETIOPIA

Figura 1: Objetivos Desarrollo Sostenible (ODS) que cubre el proyecto

Olcina, Maria Ascensión
Tutora: Guillén, Marisa. Departamento de Medicina Preventiva y
Salud Pública, Ciencias de la Alimentación, Toxicología y Medicina Legal. Facultad de Farmacia
Universitat de València

 

Introducción: 

 

En septiembre de 2015, la Organización de las Naciones Unidas estableció la Agenda de Desarrollo Sostenible, un plan de acción a 15 años, en favor de las personas, el planeta y la prosperidad (Figura 1). Etiopía es uno de los países más pobres del mundo donde convergen una serie de factores medioambientales y humanos que generan una inseguridad alimentaria grave y generalizada, mujeres embarazadas y niños recién nacidos son las poblaciones más vulnerables que sufren malnutrición. Así, por ejemplo, se estima que el porcentaje de niños que consume frutas y verduras es solo un 20% y que solo un 40% consume productos de origen animal (Figura 2)

 

Figura 2:. Porcentaje de niños entre 6-24 meses que consumieron cada grupo de alimentos en las últimas 24 hrs, año 2011

Objetivo: 

 

Diseñar un proyecto de intervención para la mejora del estado nutricional de la mujer embarazada y lactante y del recién nacido en un área rural de Etiopía.

 

Figura 3: Esquema de un diseño de estudio de intervención

Material y Métodos: 

 

El proyecto se realiza en un centro nutricional establecido en el área rural de Gimbichu, (Etiopía). A partir de un estudio de intervención en mujeres embarazadas y lactantes que acuden al centro nutricional. El grupo en el que se realiza la intervención (duración aprox. 8 meses) recibe un plato de legumbres y verduras cocinado en el centro junto con suplementación de hierro y ácido fólico. El grupo control estará compuesto por mujeres embarazadas y lactantes de aldea Igukura. Se miden variables bioquímicas relacionadas con el status nutricional (glucosa, proteínas, composición leche materna, microbiota madre e hijo….), antropométricas (peso, talla, pliegues, % grasa corporal) y presencia de parásitos en la madre embarazada y en el recién nacido en ambos grupos, antes y después de la intervención (Figura 4). Durante el periodo de intervención se realizan talleres de educación nutricional e higiene para las mujeres participantes.

FIgura 4. Material utilizado para recogida de heces y leche materna.

Conclusiones:

 

Es posible realizar una mejora de la salud de las mujeres embarazadas y lactantes en Etiopía a través de intervenciones dietéticas sencillas, viables y sostenibles y utilizando recursos locales.

 

Referencias

 

(1) Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”. Asamblea General. Naciones Unidas. Agosto 2015


(2)Water, Sanitation and Hygiene (WASH). Annual Report.United Nations Children’s Fund (UNICEF),.June 2014

 

Trabajar en los proyectos que llevan a cabo las misioneras es construir para ofrecer un futuro inmediato, porque como dice Martín Caparrós en su libro “El Hambre”,

 

“El futuro es el lujo de los que se alimentan”

 

Perforan pozos y alrededor del agua brota la vida, crean huertos, capacitan a las mujeres para que puedan cultivar más de una cosecha al año, crean comedores sociales, abren colegios, en los que además de formación alimentan a los niños y niñas con pan, leche, huevos y un plato de legumbres al día complementado con verduras del huerto, todo un lujo para los más desfavorecidos, gracias a su enorme labor, constancia y permanencia en terreno he podido conocer el desarrollo sostenible y actuar con conocimientos nuevos aprendiendo en terreno para paliar las necesidades nutricionales que padecen, por lo que el avance en la calidad de vida de los moradores de estas tierras es muy efectivo y el esfuerzo de la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol muy productivo.

¡ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE, UNA PUERTA ABIERTA A LA ESPERANZA!

 

Hoy voy a contarles un caso, de los muchos milagros que las misioneras son el vehículo para que sucedan y que me llena de emoción y ternura.


Una niña de 4 años y su hermana padecen desde que nacieron VIH, desde su nacimiento se supone, porque su madre y su hermana mayor murieron a causa de está cruel enfermedad que se ceba con mujeres y niñas.

 

Un día, dos de las misioneras llevaron a otra niña al hospital y allí, al lado de ellas, en la misma habitación estaba una niña, desnutrida, toda ojos, piel y huesos, y desahuciada por la enfermedad que padecía, por la familia, por la sociedad, por haber nacido en la más absoluta pobreza y por estar estigmatizada.

 

¿Qué culpa tiene un ser tan indefenso para ser rechazada de manera tan dramática a su corta edad de 4 años?

 

Me pregunto ¿si fue casualidad que llegaran las misioneras Adriana y Rosa al hospital en tan crítico momento?

 

Sinceramente no lo creo, más bien Dios se apiadó de de ese ser tan frágil y les envió a dos ángeles para que las cuidaran y se convirtieran en la familia, que más que nadie ahora, la niña huérfana y enferma necesitaban.

 

Hoy en día la niña y su hermana viven con las misioneras, reciben atención médica, van a un colegio de calidad y se preparan para ser las mujeres valientes de África, de Etiopía, porque a ellas les cambió la vida el amor y la compasión de las misioneras, estas niñas conocedoras del sufrimiento ayudarán a crear un mundo mejor y más justo porque conviven en la inclusión, en el amor y el respeto que les proporcionan cada día las misioneras.


Este tan solo es uno de los cientos de casos que atienden la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol con total sencillez y naturalidad.

 

En otra ocasión les hablaré de otras acciones realizadas de igual envergadura y solidaridad.

 

En ocasiones me preguntan por qué cada año vuelvo 2-3 veces a Etiopía, a lo que respondo,

 

“porque me permite crecer interiormente”

 

algo que solo dándote a los demás y excluyendo todo lo superficial puedes llegar a sentir, porque no se puede volver atrás después de haber abierto los ojos y porque me traigo una fuerza y convencimiento increíble de que estamos construyendo un nuevo mundo de equidad y justicia, una imagen vale más que mil palabras y yo les dejo estas.

Mi trabajo con las misioneras sigue y seguiré, construyendo a su lado, en lo que yo pueda aportar.

 

Se merecen el apoyo de todos y todas, desde aquí para cubrir sus muchas carencias allí, desde allí para hacer realidad el mundo en el que nos gustaría vivir y decirles que no están solas que a su lado

 

“SOMOS MUCHOS Y MUCHAS MÁS”

 

Con toda mi admiración, amor y respeto para la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol (MCSPA)

y para todas las personas que, en silencio, sustentan que los sueños sean realidad.

Mari Olcina (12/06/2019)

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