Día de la Madre Tierra, este año, lloviendo en Turkana.

Hace cincuenta años, el 22 de abril de 1970, tuvo lugar el primer Día de la Tierra pero no es hasta el año 2009 hasta que no se conoce oficialmente como el Día Internacional de la Madre Tierra.

 

Este día se celebra en multitud de países de todos los continentes y pone el foco en todos los problemas y preocupaciones que afectan al medio ambiente. 

 

La Madre Tierra claramente nos pide que actuemos. La naturaleza sufre. Los incendios en Australia, los mayores registros de calor terrestre y la peor invasión de langostas en Kenia….

 

Todo esto nos hace recordar que, más que nunca ,en este Día Internacional de la Madre Tierra necesitamos un cambio hacia una economía más sostenible que funcione tanto para las personas como para el planeta

 

Muchas personas viven en lugares particularmente afectados por fenómenos relacionados con el calentamiento, y sus medios de subsistencia dependen fuertemente de las reservas naturales y de los servicios ecosistémicos, como la agricultura, la pesca y los recursos forestales. No tienen otras actividades financieras y otros recursos que les permitan adaptarse a los impactos climáticos o hacer frente a situaciones catastróficas, y poseen poco acceso a servicios sociales y a protección.

 

 

En Turkana, los efectos del cambio climático son el aumento de las temperaturas y los cambios desproporcionados en los patrones de precipitación. En los últimos años las temperaturas medias máximas y mínimas en el condado de Turkana aumentaron entre 2° y 3°C y las lluvias son escasas y torrenciales.

 

 

Pero estos días está lloviendo en la zona y a pesar de que a veces los ríos arrasan con todo, incluidas construcciones de colegios o vallas que protegían pozos….y que nos impiden movernos en las clínicas móviles porque el coche se queda embarrado en el terreno, nos alegramos. 

 

 

Nos alegramos porque la lluvia significa que los rebaños de cabras y camellos tienen pasto para comer, las presas se llenan y podemos trabajar en los huertos.

 

Y todo esto ayuda a que los Turkana tengan para alimentarse (por ahora), en una época de pandemia en la que los niños y jóvenes han tenido que salir de sus colegios y es allí donde comen habitualmente.

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