Estimados amigos y colaboradores:
En la Fundación Emalaikat queremos también hacer referencia a este hecho.
Todos sabéis que los que llevamos a cabo los proyectos de la fundación en África somos la Comunidad Misionera de San Pablo Apóstol. Nuestra identidad es misionera. Entre vosotros, los que apoyáis económicamente nuestra labor sabemos que hay creyentes, cristianos, y no creyentes.
Toda persona humana desea mejorar, progresar. Todos en general queremos mejorar el mundo, dejar un mundo mejor que el que encontramos. Los padres desean una vida mejor para sus hijos, los jóvenes quieren construir un mundo mejor. Hay algo innato en nosotros que tiende a la creatividad, al esfuerzo y al trabajo para transformar el mundo que hemos encontrado en un mundo con mayor justicia, oportunidades, recursos humanos y materiales.
Los cristianos contamos con la especificidad de tener como guía a Jesús, contando con la ayuda del Espíritu Santo y procurando cumplir la voluntad de Dios Padre. De los evangelios recibimos los valores, criterios, principios que iluminan nuestro caminar y nos dan la energía necesaria para no detenernos. Pero en definitiva se trata de buscar el bien de todos, con generosidad, entrega y dedicación.
El plus que recoge la Fundación Emalaikat y que compartimos todos, misioneros y colaboradores, es el hecho de tomar conciencia de las necesidades de los que viven lejos, en países más pobres que el nuestro de origen, con menos recursos y posibilidades, sin la formación humana necesaria para progresar, sin acceso a servicios mínimos indispensables para una vida digna como son los de salud, educación e incluso sin agua limpia para beber ni alimentos básicos necesarios para la vida.
Todos deseamos participar en dar respuestas a estas situaciones de terrible injusticia, de hambre, de enfermedad. Nos esforzamos por cambiar estas situaciones de sufrimiento y desigualdad. Creemos que por el hecho de ser humanos e independientemente de nuestros orígenes, razas o credos tenemos el derecho natural de poder vivir con dignidad.
Por lo tanto, todos estamos cumpliendo nuestra misión, todos nos estamos comportando como seres humanos corresponsables unos de otros, como creadores de un futuro renovado en el cual las personas desfavorecidas tengan un lugar preferencial, donde ya no son olvidadas y desechadas como estorbos si no que son tratadas con la dignidad que se merecen por el hecho de haber nacido.